Una de las labores más importantes que hacemos al realizar turismo en Perú
es recoger todas aquellas historias que van pasando de generación en
generación y que cuentan algunas vivencias mitos o leyendas de una de
las civilizaciones más fascinantes que existieron en América Latina, una
de esas historias es la que pasamos a relatarles a continuación.
Al Sur del pueblo de Yupán, existe un paraje denominado la Piedra Mesa.
Cuentan que cuando el inca hacía sus viajes del Cusco
a Cajamarca, o viceversa, en ciertas oportunidades, ya sea para acortar
la distancia, o para hacer visitas a los pueblos de esta región, el
real séquito se desviaba del camino imperial o camino inca para llegar al paraje referido, donde se cree que existía un tambo real.
Este era el sitio predilecto donde el
monarca y los miembros de su comitiva tomaban el almuerzo, por lo que
existía allí una enorme mesa. Te recomendamos esta agencia de viajes
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Mientras el Inca hacia honores a las
viandas que se le ofrecían y a la exquisita chicha, los soldados
montaban guardia, formando círculos concéntricos alrededor de la mesa
real; se destacaba un vigía en la cima con el objetivo de evitar
cualquier sorpresa de alguna tribu descontenta.
Actualmente, en el centro de aquella
planicie existe una piedra semejante a una mesa, de superficie
rectangular y alrededor de todo esto hay cerca de cincuenta piedras más
que guardan simetría entre sí, a estas piedras se les llamas los
guardias del inca, y sobre todo este promontorio se destaca una piedra
que tiene forma de un corazón humano invertido, que dicen que era el
centinela del inca.
Dice la leyenda que todo esto quedo convertido en piedra cuando el último inca Atahualpa murió al ser ejecutado en Cajamarca.
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